Tratar los síntomas agudos es un paso fundamental en la rehabilitación de un paciente, no obstante, limitarnos a eso implica quedarnos a mitad de camino en su recuperación.

Terapia manual, técnicas invasivas, diferente aparatología… pueden tener cabida a la hora de mejorar los síntomas y calidad de vida de un paciente a corto plazo, sin embargo, la fisioterapia es mucho más que eso.

De ello, es de lo que vamos a hablar en este artículo, de cómo prescribir ejercicio terapéutico para obtener resultados que se mantengan a lo largo del tiempo y con un impacto real en la vida de nuestros pacientes. (Ojo, como aprenderás en este artículo, los beneficios del ejercicio terapéutico también pueden tratar la sintomatología más aguda).

¿Qué es el ejercicio terapéutico?

Según la asociación americana de terapia física, se define cómo la realización sistemática de movimientos o actividades físicas planificadas con el objetivo de remediar o prevenir alteraciones en las funciones y estructuras corporales.

Cuando hablamos de prescribir ejercicio terapéutico, no hablamos de enviar 3 series de 10 repeticiones de algún ejercicio genérico.

Hablamos de diseñar un plan estructurado y personalizado basado en una valoración exhaustiva que identifique las necesidades específicas del paciente. Importante: este plan no será algo estático que definamos un día y continuemos hasta el final del tratamiento.

El fisioterapeuta podrá ir cambiándolo en función de cómo responda el paciente y cómo vaya evolucionando su sintomatología y capacidades funcionales.

En definitiva, el ejercicio terapéutico es un programa dinámico que no solo aborda la sintomatología inmediata, sino que también busca optimizar la función global del paciente, prevenir recaídas y mejorar su calidad de vida a largo plazo.

Cómo prescribir ejercicio terapéutico para obtener resultados que se mantengan a lo largo del tiempo y con un impacto real en la vida de nuestros pacientes

¿Cómo planificar de forma eficaz el ejercicio terapéutico?

El primer pilar fundamental será realizar una correcta valoración sobre la cual fundamentar nuestra prescripción de ejercicio.

¿Qué partes no pueden faltar en esta valoración?

  • Descartar banderas rojas
  • Realizar una anamnesis detallada en la que no pueden faltar puntos como:
    • Identificar el tipo de dolor: nociplástico, neuropático o nociceptivo (recuerda que pueden presentarse varios tipos de dolor en un mismo cuadro doloroso)
    • Características del dolor, lesiones previas, patologías presentes…
    • Relación del paciente con ese dolor, qué actividades están limitadas en el día a día, creencias sobre qué le esta occuriendo, expectativas del tratamiento…
  • Evaluación física
    • Test relevantes que nos indiquen cómo se mueve el paciente, qué patrones compensatorios podría estar usando, qué movimientos evita, qué direcciones provocan dolor y en qué rangos…

Una vez obtenemos esta información podremos hacer una propuesta individualizada basada en el ejercicio.

Los parámetros que deberemos tener en cuenta para planificar el ejercicio terapéutico son:

Especificidad

La especificidad de un ejercicio consiste en que reproduzca fielmente las demandas de una actividad o patrón motor concreto.

No basta con fortalecer un músculo de forma abstracta, sino que es fundamental enfocarse en el movimiento real que se quiere recuperar o mejorar, eligiendo ejercicios más o menos específicos en función del problema que presente nuestro paciente.

Será fundamental contemplar las limitaciones individuales de cada paciente (dolor, fase de la lesión, etc.) para adaptar el ejercicio de forma que sea seguro y relevante para su situación específica.

Variabilidad

La variabilidad supone introducir pequeños cambios o perturbaciones en los ejercicios para que el paciente tenga que responder y ajustarse de manera dinámica.

Esto fortalece el aprendizaje motor y prepara a la persona para situaciones imprevistas que se dan en la vida diaria. Mantener cierta variación en la práctica ayuda a que el patrón motor se consolide de forma más robusta, evitando que el paciente se acostumbre solo a una versión muy rígida o repetitiva del movimiento.

Especificidad y variabilidad se complementan y la dosis de cada una depende de la fase de rehabilitación o del objetivo terapéutico. Entre otros factores, una guía podría ser el tipo de dolor predominante en el paciente.

En pacientes con características nociceptivas, puede ser más apropiado comenzar con actividades menos específicas que reduzcan la sobrecarga en los tejidos. En casos de dolor nociplástico, es preferible priorizar actividades específicas que minimicen la incertidumbre y fortalezcan la confianza en el movimiento.

Continuidad y reversibilidad

Para que una persona logre ciertas adaptaciones, será fundamental aplicar una serie de estímulos de forma mantenida en el tiempo. No basta con una sola sesión; se necesitan estímulos repetidos y planificados para lograr adaptaciones.

Por ello, si no conseguimos generar cierta adherencia y los estímulos están demasiado separados entre sí, se dará un fenómeno de reversibilidad, es decir, una pérdida de las adaptaciones que se hayan podido generar.

Veamos un ejemplo en el caso de una tendinopatía.

Para lograr aumentar la síntesis de colágeno en el tendón, se requieren de 2 a 3 entrenamientos semanales de intensidad moderada-alta, con una duración de al menos 60 minutos por sesión.

Es crucial respetar un descanso de 48-72 horas entre sesiones para mantener un equilibrio óptimo entre la síntesis y la degradación de colágeno. Si no gestionamos adecuadamente los descansos, podríamos generar un exceso de degradación, contrarrestando el efecto positivo del ejercicio.

Para que estas adaptaciones estructurales sean significativas, la programación del ejercicio terapéutico debe mantenerse durante al menos 12 semanas, con un equilibrio adecuado entre carga y descanso. Este enfoque permite lograr cambios estructurales y funcionales sostenibles en el tendón.

Dosis

Controlar los distintos parámetros cuantitativos (intensidad, volumen, frecuencia y densidad) de las sesiones de ejercicio será fundamental para dar la dosis adecuada a cada paciente.

Sobrecarga progresiva

Habrá que aumentar poco a poco la exigencia de nuestras sesiones de ejercicio manipulando tanto el tipo de ejercicios como la dosis de los mismos para que el paciente mejore de forma continua y consistente en el tiempo.

Tipos de ejercicio terapéutico en fisioterapia y objetivos

En Easy Fisioterapia trabajamos con un sistema de 5 bloques que empieza por preparar el cuerpo para el ejercicio y reducir el dolor, hasta fortalecerlo progresivamente, mejorar la resistencia y fomentar una serie de hábitos para asegurar una recuperación integral, funcional y sostenible.

Esquema de trabajo para tratar el dolor en el manguito rotador

Recuerda que puedes profundizar en este sistema y los 5 bloques mencionados descargando este Manual sobre ejercicio terapéutico de forma gratuita, ya son más de 4.000 compañeros los que han aprendido con él.

Beneficios del ejercicio terapéutico

Si tuviéramos que dar una respuesta corta a cuáles son los beneficios del ejercicio terapéutico, sería que nos permite obtener resultados que se mantienen a lo largo del tiempo y que tienen un impacto real en la vida del paciente.

Además de esto:

  • Analgesia: según el tipo del dolor, el ejercicio tiene capacidad de generar analgesia por distintos mecanismos estudiados:
    • Nociceptivo: el ejercicio promueve la liberación de sustancias antiinflamatorias y analgésicas, disminuye la expresión de canales iónicos relacionados con la nocicepción. La mecanotransducción y restauración del movimiento normal puede eliminar irritantes mecánicos sobre los nociceptores, favoreciendo igualmente la cicatrización tisular.
    • Neuropático: la actividad estimula citoquinas antiinflamatorias (IL-4) y endocannabinoides, potenciando la acción de macrófagos reparadores y reduciendo la activación glial. Además, facilita la dispersión del edema intraneural, aliviando compresiones y dolor.
    • Nociplástico: el ejercicio aumenta la liberación de opioides endógenos y serotonina, fortaleciendo la inhibición descendente. También disminuye la activación de células gliales en el sistema nervioso central. Como consecuencia, se eleva el umbral de dolor y se mejora la capacidad del organismo para modularlo de manera efectiva.
  • Empoderamiento del paciente: el ejercicio hace al paciente parte activa del proceso y no un receptor pasivo de la terapia.
  • Adherencia al tratamiento: el hecho de recuperar movimientos esenciales y aumentar las actividades que puede realizar en su día a día mejorarán la motivación facilitando la continuidad del tratamiento.
  • Mejora de autoeficacia: el paciente podrá adquirir estrategias basadas en el movimiento para implementar fuera de la clínica que le permitan continuar su rehabilitación, así como reaccionar correctamente ante momentos como una crisis dolorosa.

Conclusiones

A menudo, los fisioterapeutas no recibimos durante nuestra formación universitaria las herramientas necesarias para pautar ejercicio terapéutico de forma precisa y efectiva, lo que se traduce en enfoques únicamente pasivos y creencias erróneas a la hora de abordar ciertas patologías y lesiones.

La evidencia científica y la experiencia clínica nos muestran que el ejercicio terapéutico no solo es una herramienta clave para tratar la sintomatología, sino también el eje central de un tratamiento que pretenda generar cambios a largo plazo en la función y evitar recaídas.

Si te interesa prescribir movimiento de forma estratégica, adaptada y basada en objetivos claros, no olvides que puedes descargar de forma gratuita un Manual en el que aprenderás nuestro sistema de trabajo.

No desaproveches la oportunidad de ser parte del cambio que está transformando la fisioterapia y posicionarte como un fisioterapeuta de referencia.

Recuerda la importancia que tiene el entrenamiento de fuerza.

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Referencias Bibliográficas

  1. American Physical Therapy Association (APTA). (2017). Guide to Physical Therapist Practice 3.0.
  2. Bosch, F. (2010). Strength Training and Coordination: An Integrative Approach. Uitgevers.
  3. Schmidt, R. A., & Lee, T. D. (2014). Motor control and learning: A behavioral emphasis (5th ed.). Human Kinetics.
  4. Chimenti, R. L., Frey-Law, L. A., & Sluka, K. A. (2018). A mechanism-based approach to physical therapist management of pain. Physical Therapy, 98(5), 302–314